Internet puede llegar a ser un lugar deplorable plagado de criminales.
El "groomig" es una forma de pederastia o acoso sexual hacia menores por parte de un adulto a través del anonimato que la red le confiere. Desde un acercamiento lleno de empatía y/o engaños se pasa al chantaje más cruento para obtener imágenes comprometidas del menor y, en casos extremos, pretender un encuentro en persona. El daño psicológico que sufren niños, niñas y adolescentes atrapados en estas circunstancias es enorme.
No hay datos ciertos de su incidencia en nuestras sociedad, tanto por ser una cuestión reciente como por su rápida evolución. No consta que haya un cómputo expreso de las denuncias relacionadas recibidas por los diversos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado implicados. Y, aunque así fuera quedarían, muy a nuestro pesar, un grueso ingente de casos que o bien no son denunciados por los adultos responsables (por las implicaciones emocionales y para la intimidad del menor) o bien nunca llegan a ser conocidos por éstos. No hay magnitudes y nos hemos de conformar con conjeturas construidas a partir de sucesos concretos, haciendo uso de la extrapolación y de una pretendida intuición.
Otro dato simbólico son las crecientes operaciones contra la pornografía infantil. A pesar de su comunicación en medios de comunicación con fines disuasorios, los casos son cada vez más abundantes. Es simple, significa que hay mucha demanda de pornografía infantil, esto es, muchos consumidores y muchos menores implicados. La pornografía infantil, en tanto que prohibida, mueve grandes cantidades de dinero y, en consecuencia, llama la atención de “mafias mayoristas” que crean el material, por lo general, en países donde la protección de la infancia no alcanza unas cotas mínimas y existe prostitución infantil. No es nuestro caso, pero ocurre que hay otro tipo de material pornográfico infantil que es el generado por pedófilos y pederastas para su propia satisfacción y como moneda de cambio en los circuitos donde se mueven estas imágenes. Podríamos deducir de todo esto que hay una producción creciente de pornografía infantil que es obtenida, también, por pedófilos particulares y anónimos que se nutren de nuestros hogares.
Si se han de elegir dos cosas, sencillas pero efectivas, que los adultos podemos hacer frente a este fenómeno:
- Empecemos por disminuir el uso inadecuado de la cámara web. Por supuesto, ni un niño con el ordenador en su habitación y con cámara web. De paso, limitemos la conexión a cantidades y momentos razonables.
- Es también una cuestión de probabilidad. Hay que dejar claro al menor que al más mínimo problema debe solicitar nuestra ayuda. No le vamos a abroncar ni a castigar, sino a ayudar. Esto es tan difícil como importante y debemos ser alertados antes de que el chantaje y acoso haya causado mayores daños.
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